Como mamá, me he dado cuenta de que la tecnología se ha convertido en una parte tan grande de nuestras vidas que a veces olvido cuánto tiempo pasamos pegados a las pantallas. En casa, hemos aprendido a establecer límites para encontrar un equilibrio que funcione para todos.
Primero, empecé a fijarme en cuánto tiempo pasábamos frente a las pantallas y, honestamente, fue un poco sorprendente. No es que la tecnología sea mala, pero no me gusta ver a mi familia desconectada del mundo real y de nosotros mismos. Así que decidimos poner algunas reglas sencillas: limitamos el tiempo frente a las pantallas y creamos ciertas zonas de la casa donde no se permiten dispositivos, como la mesa de comedor. También acordamos momentos específicos para desconectar, como durante las cenas y antes de dormir.
Para hacer que estas reglas funcionen, buscamos alternativas que sean atractivas y divertidas. Empezamos a disfrutar más de las actividades en familia, como juegos de mesa, manualidades, o simplemente pasar tiempo en el parque. De esta manera, la desconexión de la tecnología se convirtió en una oportunidad para disfrutar juntos, no en una obligación aburrida.
Como mamá, sé que uno de los mejores métodos para que mis hijos sigan estas reglas es predicar con el ejemplo. Intento dejar el teléfono a un lado cuando estamos juntos y hacer un esfuerzo consciente para disfrutar de actividades sin pantallas. Cuando ellos ven que yo también hago un esfuerzo, es más fácil para ellos seguir el mismo camino.
También aprendí que la comunicación es clave. Hablar con mi familia sobre por qué estamos estableciendo estos límites ayuda a que todos comprendan la importancia de equilibrar el tiempo frente a las pantallas con otras actividades. Y, por supuesto, no todas las reglas tienen que ser rígidas; estamos dispuestos a hacer ajustes a medida que cambian nuestras necesidades y rutinas.
En resumen, encontrar el equilibrio con la tecnología no siempre es fácil, pero es fundamental para mantenernos conectados y disfrutar del tiempo juntos. No se trata de eliminar la tecnología, sino de usarla de manera que enriquezca nuestras vidas y nos acerque más como familia.
Por: Ana Caremi
